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La fiesta del libro – (La palabra abierta)

La tradicional Feria Internacional del Libro (FIL) este año cambio de nombre y de gestor. Ahora correspondió al Municipio Metropolitano de Quito, a través de la Secretaria de Cultura, organizar la Fiesta Intercultural del Libro Quito 2021 (FILQ) en el contexto de la celebración de la fundación de la ciudad, tras trece años de ser desarrollada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio. También participan en la coordinación organizadora el propio Ministerio de Cultura y Patrimonio, la Cámara del Libro y las editoriales independientes. El evento cambió de lugar ya que este año durante cinco días, del 15 al 19 de diciembre, la FILQ tendrá lugar, como sede principal, en el Centro Cultural Metropolitano (CCM), además de las sedes de Bellavista del Centro Cultural Benjamín Carrión y la Biblioteca Nacional del Ecuador Eugenio Espejo. El evento es un encuentro cultural y artístico que congrega agrupaciones, emprendimientos, industrias y colectivos culturales y literarios locales y nacionales, cuyo “objetivo principal es el de incentivar la reactivación de un sector (literario y editorial) que ha sido duramente golpeado por la pandemia, así como todo el sector cultural”, según manifiestan los organizadores.

La cita con un aforo del 50% es buen pretexto para compartir la presencia de autores -este año, solo nacionales- donde destacan Mónica Ojeda, Eduardo Varas C., Gabriela Ponce Padilla, Roy Sigüenza, Sonia Manzano Vela, Solange Rodríguez Pappe, Natalia García, María Paulina Briones Layama, Roxana Landívar, Santiago Roldós, Siomara España Muñoz, Ángela Arboleda Jiménez, Cecilia Ansaldo Briones, Gabriela Alemán, Javier Vásconez, entre otros.

El encuentro congrega a 30 estands integrados por librerías, editoriales, agrupaciones, emprendimientos, industrias y colectivos culturales y literarios locales y nacionales. La agenda incluye la compra-venta de libros, lectura de poesía, talleres y conversatorios literarios, cuentacuentos para niños, juegos, dinámicas y retos recreativos, presentación de libros, lecturas teatralizadas, escritura del público. La FILQ alude a la diversidad cultural del país celebrada como una fiesta en un espacio de regocijo.

El acto de escribir y de leer

A propósito de la fiesta de los libros, mucho se ha escrito y leído sobre porqué se escribe y se lee. En reciente conversación el escritor cuencano Felipe Vega de la Cuadra reconocía que existe en él “una compulsión por escribir”; y que, trasladada al acto de leer, éste debe ser un gesto también compulsivo. Pese a que en la Unesco se dijo alguna vez que en Ecuador leemos de promedio medio libro al año por habitante. Estadística que habría que endilgarle al Estado llamado a fomentar la lectura, sino la escritura como una forma de relación humana.

Siempre han sido los propios creadores quienes celebran el acto de escribir e incentivan la lectura, partiendo de la convicción de que no hay escritura sin lectura, no debería haberla. Se escribe para ser leído, aunque “los caminos de la creación son inasibles” como afirmaba Neruda. Y esa distancia hace, tal vez, más difícil que se cumpla la afirmación de Cortázar que los libros en realidad “llegan a las manos de muchas maneras”.

En ese periplo que va de la escritura a la lectura, el libro en Ecuador tiene formas singulares de llegar al lector. Una de ellas es la Campaña Nacional de Lectura Eugenio Espejo del centro cultural Casa Égüez que, a la postre, ha editado más de siete millones de libros con una frecuencia de un título mensual, que se encuentran en librería Rocinante y en puntos de venta en dispensadores mecánicos como golosina para el alma.

Escribo dominado por una fuerza que no tiene nada que ver con la inteligencia, con la conducta o la voluntad (…) Siempre he escrito sin saber demasiado porqué lo hago movido un poco por el azar”, nos dejó dicho Cortázar. Para el escritor argentino existe “un lector cómplice”, en otras palabras, mediante el acto de leer se lleva a cabo “el proceso de descubrimiento”, a través del cual se nos revela el significado del texto en una nueva realidad que difiere de la que está acostumbrado el lector y donde se cuestiona la validez de las normas pertenecientes al mundo que le es conocido y que termina haciendo suyas. Pero a esta “razón racional”, es preciso anteponer que difícilmente exista dicha complicidad sin la fruición, sin el placer que provoca el acto íntimo de leer en esa fiesta privada del lector con el libro.

Dejemos que sea él quien desentrañe -en la reflexión de Iván Égüez- la mágica y festiva relación del libro con sus lectores: “Yo soy el libro… sobre todo existo gracias a aquellos por los que fui creado: mis lectores, esos jueces sin rostro. Sin ellos sólo sería un solitario, no lo que soy: la comunión entre dos; el lector se apropia de los pensamientos del autor, los recrea, los completa (…) Cada vez que alguien me lea, puede encontrar algo más, porque no estoy muriendo sino fermentando. ¡Y si así fuera, como lector me resucitarías porque sin ti no existo! Jean Paul Sartre, padre de algunos de nosotros, decía que el lector es nuestro correlato, que completa el sentido de nuestra existencia. ¿Una suerte de cómplice? Quizás (…) Nuestra felicidad consiste no sólo en que nos conciban, escriban y publiquen, sino en que nos lean, es decir, que completen ese acto maravilloso por el cual se puede tener a otro sin dejar de ser uno mismo”.

About Leonardo Parrini

Periodista. Fotógrafo. Director-Editor de la revista digital LAPALABRABIERTA. Colaborador de las revistas ROCINANTE y BABIECA (Campaña de Lectura Eugenio Espejo). Conductor del programa La Oreja Libertaria, Radio Pichincha 95.3 FM. Autor de los libros La hora del lobo (2000), Decapitar a la Gorgona: ¿la corrupción, una moral de la crisis? (2001), Eva sin paraíso (2003), Diálogo comunitario en democracia (2013), Égüez. La memoria insumisa (2016), Escritos en clave morse (2018). Ha colaborado en Revista Diners como comentarista de obras literarias.

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